La transformabilidad es la capacidad de cambiar. Es una gran habilidad si uno es capaz de responder adecuadamente a las circunstancias cambiantes.
La historia ofrece ejemplos de grandes estadistas cambiantes. Napoleón, un militar, se rebeló contra la monarquía de Luis XVI en la Revolución Francesa, luego asumió un papel dictatorial y se declaró emperador. Churchill mutó entre los partidos Liberal y Conservador en Gran Bretaña, siendo ministro en ambos. Fidel Castro me contó cómo se hizo marxista-leninista mientras estudiaba en los Altos Jesuitas de Belém.
Bosch era crítico con la dictadura de Trujillo. Entró en la democracia escribiendo libros y comprometiéndose con la izquierda democrática del siglo pasado, y fue elegido primer presidente tras el régimen de Trujillo. Renunció a la democracia y aceptó la dictadura con el apoyo popular, pero participó en las elecciones posteriores.
Véase también Zaire: distensión y entendimiento en Dominica y Haití.
Balaguer se formó en la dictadura hasta llegar a la presidencia. Respetó el criterio de Klasweller de que era el único colaborador que preveía el fin de su régimen. Estaba dispuesto a esperar a que gotearan los mangos o a recogerlos en corto.
Lideró la transición de la dictadura a la democracia.
En 1966 volvió como Presidente elegido democráticamente. Su segundo sexenio y su última década se debieron en gran medida a las influencias socialcristianas internacionales y nacionales, pero desde el punto de vista social y de los derechos humanos fueron diferentes. Recordemos su respuesta a la pregunta del periódico sobre si había cambiado. La situación ha cambiado.
Ahora, Gallup apoya la nueva designación de Abinader, pero su gobierno estará condicionado a una mayor experiencia, a circunstancias diferentes y a la imposibilidad constitucional de que vuelva a postularse en 2028.
Siguiendo la dicotomía de Churchill de político-político, podría trabajar más como estadista que como político.
Como revolucionario socialdemócrata, Abinader podría recordar útilmente la historia de éxito del reformador socialcristiano Balaguer.
La próxima era sería entonces la de reducir el déficit y la deuda, eliminar los privilegios fiscales, mejorar la austeridad y la calidad del gasto, subvencionar la agricultura y la producción industrial en lugar del consumo, aumentar el cuidado del medio ambiente y gobernar con tacto y prudencia en las relaciones dominico-haitianas.
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