Entiendo el nacionalismo, pero no lo comparto. Mis criterios sobre el cine siempre han estado en conflicto con los criterios de los expertos de algunos países, que defienden lo que se ha hecho en sus países, alejándose de los problemas de forma y contenido que les toca sufrir. Cuando una película está hecha para ganar dinero fácil, tiene un contenido simple o una estructura flexible, llama la atención.
Con solo mirar el nombre del director o del actor puedes saber qué tan bueno, mediocre o malo puede ser. Esto marca la diferencia entre intuición y profesionalismo. Forma y contenido no siempre confluyen en el momento adecuado, y podemos lamentar que algunas películas de importantes directores sigan en emisión por falta de un buen guión o de una forma ejemplar.
La película, del director español Juan Bayona (El orfanato, 2007, Lo imposible, 2012), se titula La sociedad de la nieve (2023) y estuvo nominada en los recién concluidos Globos de Oro como mejor película de habla no inglesa, no es un modelo de virtud, ni siquiera una película. Esto se asemeja al apresurado testimonio de los sobrevivientes del accidente aéreo donde la selección uruguaya de rugby arriesgó su vida en las frías montañas de los Andes. En 1993, el director estadounidense Frank Marshall abordó el mismo acontecimiento histórico con un reparto mucho más famoso (Ethan Hawke, por ejemplo), aunque el producto también tenía sus fallos.
En este contexto, los críticos han señalado fallas en su implementación, ya que su tecnología carece de los avances actuales. Hubo errores en la sala de edición, pero aparte de eso, la fotografía no valía la pena discutir. Treinta años después, Bayona volvió a este acontecimiento.
Anécdota tras anécdota y chispazo tras chispazo que abrió este proyecto no tienen sentido. El director crea una serie de situaciones asimétricas en las que se oculta su visión profesional para dejar espacio a testimonios literarios y testigos especiales. El cine no separa el Momento y el momento.
Los personajes son confusos, Bayona trabaja con un elenco tan grande que resulta confuso. Su cámara graba demasiado y no sabe editar. Si se hubiera limitado a un documental o una serie de televisión, los resultados habrían sido diferentes.
En España esto es bienvenido. Lo mismo en Sudamérica. Allí lo único que importa es la verdad y no lo que el director pudo o no haber pretendido.
Sus agujeros son visibles. Guión: Bernat Vilaplana, Jaime Marqués, Nicolás Casariego y Juan Bayona basado en el libro de Pablo Vierci.
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