es una expresión moral que prevé la honestidad, el principio de honestidad, el humanismo de los políticos, proyectar las aspiraciones de liderazgo, sin mencionar la justicia social. El proceso de engrandecer a un candidato para un puesto de liderazgo o calificar o descalificar una acción adversa; pero una vez finalizado el proceso, la permisividad a la malicia y la violación de la ley es el pan de cada día. La grosería hacia la institución es constante en el comportamiento público.; La moralidad fluctúa de acuerdo con los intereses políticos que hacen que sea un privilegio destrozar la imagen del candidato. La demanda de impunidad existe en la gobernanza que ha sido mal llamada al servicio del tráfico de influencias y la corrupción. Las promesas de campaña son violadas sin autoridad moral en la aplicación de la justicia por jueces que distinguen el origen del expediente y dependen del favor político. El doble rasero coexiste con la inmunidad fuera de la ley. La charla política vende honestidad durante el período electoral por borrón y cuenta nueva. La voluntad política se vendió hace mucho tiempo con la famosa frase: la corrupción llega a la puerta de mi despacho. Hoy en día, el crecimiento de la corrupción es, con excepción de las prácticas institucionalizadas para la simulación y separación ética de los solicitantes. De todos modos, las elecciones nos dan una oportunidad y queremos hacer algo que nunca se ha hecho. Aumentemos la conciencia y votemos para proteger nuestra soberanía y seguridad para el futuro de una nueva generación.
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