América Latina y el Caribe han sufrido enormes pérdidas por desastres naturales en los últimos años. Según el informe Panorama de Desastres en América Latina y el Caribe 2000-2022, publicado por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), desde el año 2000, 681 inundaciones, 400 tormentas, 92 terremotos, 78 corrimientos de tierra, 77 sequías, 49 temperaturas extremas, 42 desastres volcánicos y 36 incendios forestales afectaron a 190 millones de personas.
La República Dominicana no puede escapar a esta realidad. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) considera a la República Dominicana como uno de los países más vulnerables al cambio climático en su “Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023″. Más recientemente, las lluvias de la perturbación tropical del pasado fin de semana causaron grandes daños. En su último informe, el Centro de Preparativos para Emergencias (COE) señaló que la tormenta tropical causó la muerte de 30 personas, movilizó a 37.060 personas, desplazó a 965, cortó las comunicaciones en 55 comunidades, dañó 7.412 viviendas, 14 parcialmente y 22 resultaron destruidas debido a las inundaciones. Según el informe. Además, 78 tuberías de agua del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillado (INAPA) resultaron dañadas o inutilizadas, dejando sin suministro a 1.246.239 usuarios.
Sin embargo, los desastres naturales, que se han intensificado en la región en los últimos años, también estuvieron presentes en las épocas precolombina, colonial y republicana. Una obra que ilustra el impacto de los desastres naturales durante el periodo colonial y los controles implementados para enfrentarlos es Ante la ira de Dios naturaleza, editado por los historiadores Emilio José Luque Ascona y María Eugenia Petit-Broil Sepúlveda de la Universidad de Sevilla. desastres y respuestas en la América hispana, siglos XVIII y XIX”.
Esta publicación demuestra la importancia de una red académica de colaboración con la participación de varios expertos.
En el capítulo 1, “Respuestas institucionales a nivel local ante situaciones de catástrofe en la América hispana (1730-1820)”, Emilio José Luque Ascona aborda el papel desempeñado por las autoridades locales en respuesta a diversas catástrofes ocurridas en varias regiones de la América colonizada española. Incluye un estudio de caso sobre la gestión de la situación climática y la respuesta de las autoridades de San Juan de Puerto Rico entre 1730 y 1820.
En el capítulo 2, El extremismo climático durante la segunda mitad del siglo XVIII: España y Nueva España, de Armando Alberola Romá, de la Universidad de Alicante, y Luis Alberto Arrioja, de la Universidad de Michoacán comparan varios episodios de fenómenos meteorológicos extremos ocurridos en España y Nueva España y, a través de su análisis, identifican las consecuencias sociales, políticas y económicas de los mismos.
En el capítulo 3, “Volcanes de los montes del Diablo: racismo, imaginario religioso y modernidad Volvo en torno al nacimiento del volcán Jorro, Michoacán, 1759-1761”, el historiador Juan Carlos Ruiz, de la Universidad de San Luis (COLSAN), estudia el nacimiento, desarrollo e impacto del volcán Jorro, Michoacán, y Michoacán, y analiza las diferentes visiones que han intentado explicar sus orígenes.
El capítulo 4 aborda el caso de Venezuela. Está escrito por Rogelio Altez, de la Universidad de Sevilla, bajo el título ‘Respuestas imposibles’ La pérdida de los referentes en Venezuela con el desastre de 1812. Trata de los devastadores efectos del terremoto de 1812, la inadecuada gestión de la Primera República de Venezuela y las consecuencias políticas que provocó.
Santo Domingo colonial figura en esta importante obra: el capítulo 5, titulado El poder local en la gestión del desastre ocasionado por los terremotos en Santo Domingo en 1751, fue escrito por Maria Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda, de la Universidad de Sevilla. En esta obra, la historiadora estudia cómo los funcionarios civiles y eclesiásticos afrontaron los efectos del terremoto de 1751.
Cuba, que estuvo bajo dominio colonial español hasta finales del siglo XIX, es el objeto de investigación de la obra. El capítulo 6 ha sido redactado por Consuelo Naranjo Orobio y Miguel Ángel Puig-Sampere, del Instituto de Historia del CSIC, y Eduardo Azorín, doctorando en Historia por la Universidad de Sevilla La epidemia de cólera de 1833 en Cuba: desastre El estudio, titulado ‘Sanitario e impacto en la población de color (La epidemia de cólera de 1833 en Cuba: desastre sanitario e impacto en la población)’, analiza, entre otras cosas, cómo respondieron las autoridades coloniales a la epidemia de cólera de 1833 en Cuba. Analiza.
El capítulo 7, ‘Creció y salió de su caja y madre el río: Ciudades vulnerables al desastre La Zaña del Perú en 1720’, es un estudio de Ana Castillo Jurado, doctoranda en Geografía por la Universidad de Sevilla y Rocío Delibes Mateos, autora del libro. En el capítulo se analizan los elementos de vulnerabilidad que tenía la villa de Saña y el impacto de la riada del 15 de marzo de 1720 en diversos aspectos de la vida de la villa.
En el capítulo 8, Inmaculada Simón Ruiz, de la Universidad de Sevilla, y Andrea Noria Peña, de la Universidad de los Andes, presentan Riesgos y ocupación del espacio: Prevención y legislación urbanística en Chile. En su trabajo siglos XVI-XVIII, se centran en las políticas urbanas y legislativas formuladas por la Corona española en el Chile colonial. En el capítulo 9, Alteraciones climatológicas y vida urbana en Buenos Aires dieciochesco (1734-1750), María Celina Gutiérrez y Antonio Fuentes Barragan abordan diversos fenómenos atmosféricos y su relación con el entorno social urbano de Buenos Aires. relaciones con el entorno social urbano de Buenos Aires.
En el último capítulo, La actividad minera en Cuyo durante el Virreinato del Río de la Plata y las Provincias Unidas en Sudamérica: aportes des de la antropología En Historia ambiental, Osvaldo Sironi, de la Universidad Nacional de Cuyo, estudia el impacto ambiental de las actividades mineras y metalúrgicas entre 1776-1810 y 1810-1831.
Escrito con rigor académico y recurriendo a abundantes fuentes, este trabajo constituye una valiosa contribución a la investigación ambiental. Aporta nuevos conocimientos sobre la relación entre la sociedad y el medio ambiente, y nos permite acercarnos al modo en que las autoridades e instituciones de la época gestionaron la situación de catástrofe en la región. El libro enriquece la historiografía de América Latina y el Caribe y abre nuevas vías de investigación en esta región, la segunda del mundo más propensa a sufrir catástrofes naturales.
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