Noticia del fallecimiento de mi querido y querido primo Ciro Amaury Dargam Cruz, quien fue reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores como un diplomático e internacionalista con un destacado arribista que dedicó su vida a la práctica de la diplomacia realizando un trabajo encomiable por los mejores intereses de la nación ha dejado una profunda herida en mi alma. Amaury Dargam, como se le conoce, se desempeñó como jefe de misiones en varios países, entre ellos Guatemala, Colombia, Perú, Argentina, Panamá y Taiwán, llegando a ser viceprimer ministro, embajador y representante del país en numerosos cónclaves internacionales. Por su labor diplomática recibió un merecido reconocimiento al compartir sus interesantes recuerdos y vivencias en el libro Mis pasos en el camino diplomático, dejando un legado pionero rico para la posteridad.
Es importante resaltar su papel en la lucha de nuestro pueblo por la libertad, como miembro activo del Movimiento clandestino 14 de Junio, liderado por su líder, Manuel Aurelio Tavares Justo, junto a las hermanas Mirabal, Leandro Guzmán, Luis Genao Espaillat. y otros guerreros dignos. Detenido y torturado en la oscura cárcel de La 40, Ciro Amaury, como muchos otros constitucionalistas revolucionarios, siguió luchando contra la cruel dictadura impuesta por Rafael Leónidas Trujillo Molina, de inédita memoria.
Puedes leer: Ética, moral y servicio público Conocí a Ciro Amaury cuando era un poco menor que él, hijo del Dr. Cesar Dargam (primo de mi padre) y su esposa, Consuelo Cruz Battle, ambos de familias inmigrantes, habían vivido juntos en nuestro querido e inolvidable barrio San. Carlos.
Con el paso de los años se iría formando entre nosotros una amistad fraternal, y de ahí en adelante, los momentos que pasamos fueron inolvidables, disfrutando de la alegre compañía que constantemente se manifestaba mientras la salud de Ciro Amaury, ya anciano, se deterioraba día a día. Afectado por una enfermedad y lesión, se encontraba internado en la Clínica Dr. Abel González, donde fue atendido por reconocidos médicos hasta que llegó ese fatídico día que dejó una huella imborrable en el corazón de muchos amigos por el dolor de su fallecimiento.
Su familia y quienes lo conocieron dieron testimonio de su carácter bondadoso, tacto, cortesía, amabilidad y caballerosidad, y fue considerado un diplomático profesional y un ciudadano ejemplar, un amigo leal y un maravilloso miembro de la familia. Con Ciro Amaury, como con su amada esposa Sonia, fallecida prematuramente, con sus hijos, hermanas y seres queridos, compartimos una estrecha hermandad. Ciro siguió leyendo mis artículos publicados los miércoles en forma impresa, me daba sus opiniones y comentarios, y cuando faltaba alguna publicación no dudaba en llamarme para saber qué pasaba.
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