El inicio de las actividades de Navidad y Año Nuevo exige una mayor vigilancia policial. Hay una notable ausencia de agentes de policía en las calles. Se han denunciado robos y saqueos, y los ciudadanos están temerosos.
No es posible tener un policía en cada esquina ni hacer de guardaespaldas de todos los peatones. Eso es imposible. Ahora la policía tiene que ampliar sus planes para proteger a los ciudadanos en estos tiempos en que hay tanto dinero disponible en las esquinas.
Tanto en casa como en la calle, la gente tiene que tener claras sus medidas de autoprotección. Si hay un descuido general, las autoridades no podrán hacer nada y la protección será mínima.
Los actuales dirigentes deben seguir trabajando en la prevención de la delincuencia. Se utilizan agentes uniformados y de paisano en operaciones de inteligencia para seguir a los delincuentes antes de que cometan un delito.
El nuevo comisario de policía debe aplicar una combinación de mano dura y mano blanda. Ambas son necesarias. La policía debe dar confianza a quienes la necesitan, pero al mismo tiempo debe enseñar los nudillos y decir que actuará si tiene que golpear.
Lo que hay que evitar a toda costa son las redadas masivas. Puede tener consecuencias mínimas, pero es una forma de alejar a los ciudadanos de las malas intenciones. La acción policial está destinada a proteger a los ciudadanos, no a aterrorizarlos.
Como auxiliares de la justicia, los policías deben detener a todos los que infringen la ley. Deben respetar sus derechos humanos y comprender que son auxiliares de la justicia y que corresponde al juez aplicarles penas o declararles inocentes.
Estas Navidades, también deben comprender el duro trabajo de los agentes de la ley que están en la calle mientras todos los demás descansan o corren peligro, mientras otros disfrutan de la diversión de medianoche.
Tengo la esperanza de que esta Navidad exista una hermandad entre la policía y los ciudadanos, y que se corrijan los resentimientos del pasado. Los policías deben ser los mejores amigos de los ciudadanos. Al encontrarse con personas indefensas en la calle, los policías uniformados deben infundir confianza. Por desgracia, se ha agotado la tinta.
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