En realidad no fue a través de una conversación que conocí al orador Darian Vargas el pasado martes en una reunión con universitarios de San Cristóbal. En esta ocasión me pidieron que fuera el maestro de ceremonias, lo cual fue una manera generosa de darme un espacio privilegiado para escuchar. No me arrepiento.
Creo que hay personas que tienen talento y tienen un ángel como compañía. Mi mujer con sus dibujos, las conferencias de mi abuelo, los cuentos del Bosco, los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Darian tiene la capacidad de conectarse con los demás. Su discurso mezcló datos con realidades vecinales. Dijo cosas fuertes, susurrando al joven juicios importantes que las redes y sus algoritmos no le mostraron. Juega con novelas. No se puede afirmar que el 80% de los dominicanos vengan a Colombia con la esperanza de visitar la tumba de Pablo Escobar. A pesar de todo, se comprende el fondo de su mensaje: ¿a quién admiran nuestros jóvenes?
Me llama profesor, de hecho, siento que te consideras un estudiante entre otros. Tuve tiempo de hablar de Cuba, se fue la luz por un minuto, “hay cosas que siempre nos acompañan a los cubanos” – dije – y todos reímos al mismo tiempo. Darian le dijo a la audiencia que le apasionaba el papeleo. Cervantes afirmó en Don Quijote que no hay nada más cuerdo que la locura. La verdad es que los datos de más de 13 mil adolescentes que fueron madres este año y sus análisis, debería haberlos grabado para la radio, pero mi mente no absorbió del todo los consejos de nuestras amigas de la emisora Santa María: siempre caminar. con la grabadora encendida.
Vargas se identificó como un hombre de 33 años, nacido en la ciudad de Sosua, más precisamente en el barrio llamado La Piedra. “Soy hija de una madre soltera, tuve que trabajar duro para sustentarme y fui criada por una abuela que no sabía leer ni escribir. Sin embargo, siempre me dijo con orgullo que lo único que debe tener un pobre es dignidad y honestidad”, afirmó en su sitio web. Hablar con él, más que escuchar, es un placer. Ojalá pueda seguir siguiendo los colegios, tiene algo que valoran mucho las nuevas generaciones: es cierto que en mis tres segundos como maestro de ceremonias les dije algo que el jesuita Jorge Cela. me enseñó: “todo acto de comunicación honesta debe llevar al oyente a buscar la rama verde – espero – que tenga un buen efecto”. Escuchándome, Darian dijo con su especial carisma: «amén».