Una vez, 2018 fue un año de sufrimiento y esperanza al mismo tiempo. El país ardía en protestas y denuncias. Los colibríes cantaban en las ramas más altas de los bosques templados, las ciudades se movilizaban bajo la bandera del cambio, de los milagros electorales que ponían fin al abuso del Estado clientelar. Mi camarada y querida amiga Nuria Piella me invitó a la inauguración de su nueva oficina del programa de investigación social. Cuando llegué al lugar, me encontré con una escena esperpéntica en las calles aledañas al edificio. Allí empecé a mezclarme con varios invitados distinguidos, productores de televisión, amigos y conocidos. En un momento dado, me crucé con Gonzalo Castillo. El presidente Medina aún no le había puesto el impresionante apodo de “El Penco”. Entablamos un diálogo improvisado sobre diversos temas. En un momento dado me preguntó si conocía el nombre de su secretario personal. Le pregunté si lo sabía. Sonrió y contestó que no era su nombre, pero que la había apodado Farideh por las travesuras de su secretaria. Farideh, añadí, es el símbolo de una generación que lucha frontalmente contra la corrupción en la República Dominicana y que vería con buenos ojos las putadas de Farideh si eso significara limpiar la República Dominicana. En lugar de que el diálogo se volviera tenso a raíz de esta referencia, seguimos tratando temas de interés nacional. Me recordó que el edificio que había levantado en la esquina de las calles Abraham Lincoln y José Amado Soler era la antigua residencia de mi familia, que había vivido allí después de la Revolución Constitucionalista de abril del 65, luego de que él se lo comprara a mis padres. Dijo algo más, queriendo decir que no quería que sus palabras se interpretaran como ofensivas, que sólo quería hacer una broma y nunca quiso ofenderme, y que respetaba a Farideh. A la inauguración de la oficina de Nuria asistieron varias celebridades, artistas, productores de televisión, funcionarios y dirigentes de distintos partidos políticos.
Se evoca el recuerdo de aquella tarde inolvidable no para ridiculizar o alegrarse de su situación legal ahora que Gonzalo está entre rejas bajo la justicia ordinaria, sino porque la justicia actúa para desentrañar denuncias y acusaciones sobre antecedentes y abusos del Estado en su función oficial, cumpla o no con su deber Es recordarnos lo efímero que puede ser el ejercicio y traspaso del poder. Corresponde a los tribunales aclarar en audiencia pública la inocencia o culpabilidad de los ciudadanos que han sido objeto de abusos pretextuales. No he vuelto a ver a Penco, pero si lo vuelvo a ver, y si la justicia espera el esclarecimiento de la serie de cargos que lo condenaron, no debo permitir que se deje cegar por el espejismo del poder, ni que otros astutos y sin escrúpulos marquen y estigmaticen su destino con apodos para los más oscuros fines. Le dirán que aprenda la lección histórica que no debe permitirles. Esa lección es que en el alma de los pueblos siempre hay muchas fariditas sublimando y señalando el camino del honor y la corrección.
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