Ninguno de nuestros tres partidos principales es progresista, liberal o de centro izquierda, sino todo lo contrario y viceversa. Nuestros políticos son poetas del arte de lo posible sin intentar lo imposible.
Como algunos psiquiatras, adivinan el pasado, predicen con certeza lo que ha sucedido y esperan que el futuro, el imperio, llegue. consigue su sonrisa. Apellido. unos señores, depósitos por ejemplo.
Como Marx, -pero no Carlos sino Groucho Marx-, nuestro partido de gobierno (PRM, PLD, PFP y partidos satélites de ellos van y vienen) hay fundadores. principios, pero si a la élite no les gustan… tienen otros principios. Son tan pragmáticos como un bombero, tan inteligentes como un obispo, tan terribles como una suegra, tan creativos como un vendedor de autos usados, tan insufriblemente arrepentidos como el genio Cuquín Victoria.
Allí No hay una alternativa progresista. En nuestro país, en tal contexto, la posibilidad de concluir un tratado financiero depende casi enteramente del nivel de compromiso de nuestras elites políticas y económicas, del tema de las misas y retiros, de la “oración centrada” católica o de la meditación budista con karma.
Lo que piensan nuestro partidismo y amigos; Lo que decidan nuestras viejas y nuevas élites empresariales, así como las embajadas, las iglesias extremistas y sus pactos, depende de todos ellos la celebración de un pacto financiero impuesto por ley desde 2012.
Mientras tanto, las grandes masas del país viven en el cinismo y la orfandad, sobreviviendo en el centro de las ciudades bajo el control de operaciones de blanqueo de dinero, un narcotraficante, un teniente de policía corrupto y una tienda de comestibles, una peluquería o un banco de París como centro de operaciones.
¿Quién es exactamente un traficante de drogas? Oye, son estas pandillas, el dinero de las remesas, la corrupción, la prostitución, el lavado de dinero (además del proletariado nacional haitiano indocumentado, sobreexplotado e impotente, para quienes la pobreza en Dominica es un problema). un poco como Nueva York), como digo, son los dioses de nuestra estabilidad macroeconómica y política de los últimos 46 años.
En la bahía de Cádiz, con mi Joaquín Umbrales favorito, dijo Joaquín Sabina yo antes cuando lo conocí, el Ángel González enamorado preguntaba una y otra vez a su amada: “Cómo sería mi nombre sin ti, como como de una rosa no hay rosa”; Asimismo, ¿qué sería de nuestro país sin nuestros indescriptibles milagros de estabilidad política y macroeconómica? En definitiva, “¿Dónde está Dios cuando te vas, donde no sale el sol?”.
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