Roma, 25 sep (EFE) – Roma ha recogido símbolos a lo largo de los siglos, entre ellos el recuerdo de Anna Magnani, una actriz de mirada severa y tono áspero.
Italia no ha olvidado a la actriz protagonista de “Roma, ciudad abierta” y, cuando este martes se cumplen 50 años de su muerte, se habla de su memoria en la televisión pública y en actos por todo el país.
Porque “La Magnani” (Roma, 1908-1973), al igual que “La loba de Capitolina”, es un símbolo de la Roma cinematográfica, cuyos orígenes artísticos se forjaron en el teatro de la capital obsesionada por el vodevil y que empezó a mostrar su favor.
Y no era como las demás. Su rostro era anguloso, no ovalado como el de las grandes divas; su mirada, dura y cortante; su boca, fina y poco sensual; su pelo, oscuro y despeinado.
En 1934, a los 28 años, conoció al director de cine fascista Goffredo Alessandrini, con quien entró en el mundo del cine con Cavalleria.
Roma, la ciudad abierta”.
Sólo cinco años después, la guerra interrumpió la vida europea, pero su carrera como actriz continuó y cosechó éxitos con Toto, un cómico al que admiraba, e interpretó su primer papel de verdad en Teresa Vennerdi (1941), de Vittorio De Sica.
Su relación con Alessandrini fue el preludio de una apasionada historia de amor que siguió a su romance con el actor Massimo Serrato, con quien tuvo un hijo, Luca.
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Pero en un mundo bombardeado, el éxito la esperaba en Roma, el “Hollywood del Tíber”, y sus flamantes estudios Cinecitta.
En 1945, alcanzó la fama internacional con la obra maestra neorrealista de Roberto Rossellini Roma, ciudad abierta.
En L’Amore (1948), adaptación de Rossellini de La voz humana (1930) de Jean Cocteau, interpretó el papel de una mujer vacilante que da su vida por su amante abandonado.
La guerra de los volcanes
Mientras tanto, Magnani se enredaba en una retorcida relación de cuatro años con Rossellini, un notorio mujeriego, que llegó a su fin por la intromisión de Ingrid Bergman, la rubia actriz de Casablanca (1942).
Ese mismo año, 1950, la nueva pareja estrenó Stromboli y Magnani estrenó Vulcano sin mucha fanfarria.
Tennessee Williams ganó un Oscar por The Rose Tattoo (1955), con un texto que había escrito para ella.
Magnani siguió trabajando al otro lado del Atlántico en un eterno viaje en barco debido a su fobia a volar, e interpretó un nuevo papel de Williams junto a Marlon Brando en Los fugitivos (1960).
Véase también Oreja para el novillero mexicano Emiliano Osornio en Ciudad de México “Mamma roma”.
Mamma Roma (1962) es la conmovedora historia de una prostituta, que sirvió para unir a dos talentos que se encontraron y chocaron fatalmente.
Los últimos años de la carrera de Pasolini estuvieron marcados por tímidos pasos ocasionales en la televisión, mientras que sobre el escenario seguía explotando como un animal escénico. Una de sus últimas películas fue La Lupa, dirigida por Franco Zeffirelli.
Murió de cáncer de páncreas el 26 de septiembre de 1973. Tenía 65 años. La última risa.
Es la película en la que Federico Fellini mejor retrata las insuperables contradicciones de la capital italiana.
En la secuencia final, la actriz pasea sola por Trastevere de noche y la voz del maestro la describe como “el símbolo viviente de la ciudad, el lobo y la Virgen, la aristócrata y la vagabunda, la penumbra y la zorra de Roma”.
Vete a la cama, Federico”, le dice en su dialecto romano. Federico, vete a la cama”, dice ella en dialecto romano. No, no me fío de ti. Buenas noches, Federico. ‘Buenas noches’, dice ella, dejando para siempre la curiosidad de Fellini en el aire romano.
Gonzalo Sánchez.
Por: efe’.
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