El querido amigo y hombre nuevo de una sociedad vieja, Ramón Antonio -Negro- Veras, nos envió su último libro, titulado “El presidente Jorge Blanco y yo”. Lo recibí como un ladrillo incandescente, con más interés y satisfacción que si fuera una barra de oro.
Pero ahora, para conseguir estas obras asesinas en el espacio de la prensa aérea, recogidas en un libro que inmortaliza Para ellos, es una nueva oportunidad para releerlo. Y la constatación de variaciones de estilo y notable fidelidad al texto original supone una gratificante aventura de lectura.
Confesamos que una vez más nos quedamos impactados por las desgracias relatadas en la obra, debido a nuestra maravillosa amistad con Salvador.
Este maravilloso libro es una oda a la amistad. Surgió, con la claridad de un arroyo cristalino, del alma vibrante de un hombre público modelo, de un jurista perfecto y de un escritor fuerte, a lo largo de la recta y patriótica trayectoria de su vida. Seguramente, a través de las páginas de este libro, los lectores comprenderán el significado más noble de la amistad y el llamado a servir desinteresadamente a los demás.
será contado a través de la vida emocional y la carrera del hombre negro que primero trabajó con el eminente jurista Salvador y luego cumplió con su deber, con un espíritu altamente crítico. , ante el Presidente de la República.
El pueblo negro nunca se ha beneficiado personalmente de esta administración.
Es claro que el jefe de Estado, Jorge Blanco, no entendió el invaluable aporte que sus compañeros de gabinete asignaron a los abogados al criticar manifestaciones de corrupción, violaciones a derechos fundamentales y otras debilidades de su gestión. gestión. Se trata de opiniones políticas, no antagónicas, para que el amigo pueda evitar la ira de los malos funcionarios que nombra para altos cargos y para que pueda salvar su imagen nacional. Jorge Blanco lo tomó como un asunto personal.
Por eso, en la mañana del 26 de diciembre de 1985, el presidente Salvador convocó a su fiel amigo y en la azotea de su casa en Santiago, le dijo: “Verás, te llamé para informarte que es hora de que salgamos de la oficina”. Y, con el alma conmovida y una gran dignidad, Nègre respondió: “No hay problema, acepto tu decisión, sólo te pido que me des un poco de tiempo mientras encuentro un lugar donde mudarme.” Es bien conocida la historia de la persecución que sufrió nuestro autor a manos del gobierno. Incluso Salvador se arrepintió.
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