Asesoró al diputado Ricardo Bussi y fue jefe de la Fundación Acordar, un think tank creado por Guillermo Francos (hoy ministro del Interior) para aportar ideas a la campaña electoral presidencial del gobernador Daniel Scioli. Era economista.
Javier Millay sabe que ha logrado una presidencia que parecía imposible. Sabe que se ha convertido en la figura más disruptiva y tal vez la más dominante de 2023. Y sabe que ha hecho historia. Pero, como viraldista, también sabe que la victoria no se celebra hasta que el árbitro pita el final. Como solía decir el legendario entrenador campeón del mundo Carlos Salvador Viraldo, sólo cuando termina el partido queda claro si lo que hizo merece celebración o condena.
Los libertarios viven ahora en una realidad muy distinta a la de hace unos años, cuando tenían que elegir entre comerse a sí mismos o a su perro. Su trayectoria ha sido dura. Lo poco que se sabe de su infancia y adolescencia es duro y doloroso. Ha declarado muchas veces que sufrió violencia física y emocional en casa y acoso escolar en el colegio Cardenal Copero de Villas de Voto.
Desde pequeño tuvo un apodo y dos aficiones. En el colegio le llamaban “El Loco”. También lo llamaban así en las inferiores de Chacarita. En esa época, tenía el pelo rubio y un flequillo a lo Rod Stewart, pero se inclinaba más por los Rolling Stones.
Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Belgrano, donde adquirió su primera experiencia laboral. Hizo una pasantía en el Banco Central (BCRA) durante seis meses, que terminó mal, como tuvo que admitir durante los debates previos a las elecciones. Realizó un primer máster en la Universidad Di Tella, consolidando su adhesión a la ideología libertaria y al anarcocapitalismo, y luego otro máster.
Estas primeras experiencias demostraron que estaba lejos de renegar de su casta. Asesoró al diputado Ricardo Bussi y fue economista jefe de la Fundación Acordar, un think tank creado por Guillermo Francos (hoy ministro del Interior) para aportar ideas a la campaña electoral presidencial del gobernador del Estado Daniel Sioli Entre 2013 y 2015, él igual que fue al búnker de Sergio Massa con Guillermo Nielsen y su amigo, el economista Diego Giacomini. También trabajó para Eduardo Ernekian en Aeropuertos Argentina en 2000, donde conoció a otro bastión del gabinete, Nicolás Posse.
Fueron años difíciles para Millay, quien, según sus allegados, llegaba a fin de mes mientras enfrentaba serios problemas con la AFIP. En esa época, pesaba 120 kilos con un traje oscuro a rayas desgastado.
Millay definía al Mastín Inglés como su hijo. Millay definió a aquel Mastín Inglés como su hijo y confesó a sus allegados que Dios les había encomendado una misión. Incluso explicó que Conan y él se habían encontrado como gladiadores y leones en el Coliseo romano hacía 2000 años, pero que nunca habían luchado. Esto se debió a que, como él se refería a Dios, “ese Uno” les dijo que unirían sus fuerzas cuando llegara el momento. Y ese momento llegó: en Argentina, en 2023.
En público, evita ahondar en esa vena misteriosa. Pero Mirei está convencido de que “ese Uno” le habla, ya sea apoyándose en las lecturas del tarot de Carina para determinar en quién puede confiar o en su veterinaria, Celia Melamed, para hablar con su perro. Todo lo que hago en casa depende de mí, declaró al diario El País.
Originalmente católico, en los últimos años se ha comprometido más con el judaísmo. Estudia la Torá con el rabino Axel Simon Warnish, que acaba de ser anunciado como futuro embajador en Israel, como guía espiritual. Idolatra a Moisés, visitó la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson cuando visitó Nueva York como presidente electo y, debido a sus antecedentes religiosos, invoca retóricamente el poder del cielo y a los macabeos como movimiento de liberación en muchos de sus discursos.
Millay también está convencido de que él y “Uno” comparten la misma visión económica. Se inspira en las ideas del profesor Jesús Huerta del Soto. Dios es libertario, declara el español en YouTube, afirmando que el Estado es el mal encarnado, el diablo y la correa de transmisión del mal.
Durante años, Millay se reunió con un psicólogo todos los viernes por la tarde. El especialista murió durante la pandemia. Entonces acudió a otro terapeuta, pero éste abandonó las sesiones. Pude tratar los problemas que me aquejaban. Me curé”.
Apenas ha hecho referencias públicas a este aspecto de su vida, que el periodista Juan Luis González recogió en El Loco. Sin embargo, en mayo de 2022, por ejemplo, acusó a Rodríguez Laleta de intentar interferir en su historial médico. Una de las amenazas que recibo es que acepte huir de la política o que me diga qué psicofármacos estoy tomando”.
Con la muerte de Conan, el distanciamiento de Giacomini, la ruptura de su relación con la cantante Daniela Mori, ex integrante del grupo “Las primas”, y la llegada de Fátima Flores a Conan, Carina incrementó su dominio emocional sobre Conan. Pasó de vender pasteles decorados a través de Instagram a valorar las energías y constelaciones de las personas que se acercaban a los libertarios a través del trance y el tarot.
Para Mirei y su hermana, la arena política es una desconocida. Para Mirei y su hermana, la arena política es un territorio desconocido. Nunca han sido extremistas ni han mostrado interés por la política. Detrás de ellas estaba Eurnekia. Pero también es un error reducir sus carreras políticas a la influencia de los hombres de negocios. Millay llenó el espacio que quedó vacante tras dos décadas de insatisfacción con el kirchnerismo y Juntos por el Cambio.
¿Qué le llevó a dar el salto a la política? Millay reitera que es hora de encarar la batalla cultural contra la casta. Pese a su polémico paso por la Casa Rosada, su gestión no fue mala. Expulsó a un gran número de dirigentes y militantes primerizos, su libro fue supuestamente plagiado, comercializó su candidatura en su propio espacio y hasta cobró un canon para reunirse con potenciales inversores.
Sin embargo, prevaleció. Millay consiguió encarnar un sentimiento social de rabia y frustración hacia los dirigentes tradicionales de Argentina, que carecían de representación política. Y ahora le toca la dificilísima tarea de gobernar. Sólo diez años después de asumir el cargo, se enfrentó a su primer desafío popular en las calles con las protestas de los movimientos sociales contra la austeridad. El liberal, como Billard, está orientado a los resultados. Sabe que la gestión lo es todo.
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