Históricamente la sociedad siempre ha sido injusta con las madres, dicen valorarlas, pero esta valoración también depende de las circunstancias que les toca pasar en la vida.
Dependiendo de los altibajos en sus vidas. En vida, estas Madres fueron honradas, vilipendiadas, respetadas, calumniadas, oprimidas, redimidas, malditas, veneradas, insultadas, perseguidas, santificadas, transformadas, esclavizadas, violadas, sin embargo, no perdieron la esencia de su existencia.
Ser semilla de la humanidad es la carga más costosa para la mujer, esté embarazada o no.
El trabajo infinito de la maternidad no entra en las estadísticas econométricas sino que simplemente se llena de los atributos y responsabilidades que sustentan la existencia de cal y arena, de felicidad y de dolor, sublimes hasta el infinito.
¿Por qué una entidad tan importante como una madre no debería beneficiarse de privilegios reales de los Estados y que sus contribuciones sean reconocidas y reconocidas? cuantificada, liberándola del martirio causado por la guerra en la que mueren sus hijos, como les sucede a las madres en Palestina, Rusia, Ucrania y en todos los países que fomentan los conflictos de poder.
La verdad es que las mujeres, las incubadoras de la humanidad, tienen derecho a vivir, a ser tratadas justamente y a ser apreciadas por su contribución como cocreadora de la humanidad, papel que ella cumplió plenamente en la construcción de la civilización.
Que todos ¡Las madres se han ido y están presentes para siempre, amadas y apreciadas!
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