Aunque muchas cosas en este mundo parezcan irrelevantes, lo son. Podemos hablar de música sin profundizar demasiado en su significado, y si respetamos los gustos de cada uno, podemos ponernos de acuerdo en una definición de música, por ejemplo. La música es el arte de combinar golpes y sonidos según las leyes de la armonía, la melodía y el ritmo para producir efectos estéticos y sensoriales agradables al oído.
Si es así, la discusión está casada. Porque lo que sale de la gente que se agarra los testículos y palpita simplemente no se ajusta a la definición. Lo importante no es entrar en el debate, sino creer lo que más nos convenga a cada uno, o lo que queramos creer.
A partir de esta definición de democracia, sería impresentable, incluso obsceno, no reconocer que no parece ser más que una utopía ateniense, que sin duda fue la mejor utopía para establecer buenas relaciones entre gobernantes y gobernados. ¿Qué ha pasado con las medidas restrictivas para contener ciertas ambiciones que amenazan el sistema, y por qué se ha permitido que se produzcan estas degradaciones sin que el propio sistema se subleve?
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La dificultad para hacer realidad esta utopía puede deberse a la idiosincrasia de los hombres y las mujeres -sin ánimo de ofender a todos-, porque siempre que un hombre o un grupo de hombres impiden la acción justa debido a sus ambiciones personales, la equidad, la igualdad y los derechos de los demás caen en saco roto.
Del mismo modo, cuando la democracia aumenta las desigualdades y las clases medias y bajas están poco o nada educadas, la democracia se debilita y aumentan los disturbios civiles.
Se supone que están protegidos por la propia democracia, pero están tratando de establecer una monarquía secreta y un legado político corrupto, irritante, privilegiado y perezoso, no sólo en este país, sino también en los jóvenes que han sido especialmente preparados para este fin.
Una vez más, es un hecho bien conocido que nadie sin fanatismo racional y político trata de negar, es decir, la erosión moral y la preocupación por el bien común que hemos sufrido en los últimos tiempos, y el esperado cambio de actitud en la mayoría de los partidarios políticos que nos enorgullecemos de tener, está en el horizonte. No se vislumbra nada. Lo sea o no, esa es la realidad.
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