La comida es el vínculo básico entre la materia y el espíritu. Dios, en su infinita sabiduría, proporciona alimento para nuestros cuerpos y nuestras almas. A nivel físico, la comida es importante para nuestra supervivencia. Nuestro cuerpo necesita nutrientes para funcionar correctamente y Dios, en su providencia, nos proporciona los medios para obtenerlos. A nivel psicológico, el amor y la crianza son formas de alimento para nuestra alma y espíritu. A nivel espiritual, la comida es aún más profunda. Jesús se ha convertido en nuestro alimento.
Cuando dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, nos invita a la comunión íntima con Él. En la fiesta del Corpus Christi recordamos este misterio: Dios se hizo alimento para saciar nuestra sed de plenitud espiritual. Hasta mañana, si Dios quiere, tanto tú como yo lo queremos.
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