El 20 de agosto de 1924 nació Jorge Abraham Hazoury Bahles, conocido desde su juventud en su querida Barahona como Nossim. Era hijo único y sus padres cristianos libaneses lo educaron y criaron con gran cuidado. Siempre fue un líder carismático y destacado en la Barahona de los años 40 y 50. Allí, o mejor dicho en todo el sur de la isla, adquirió innumerables amigos que lo convirtieron en el hombre más famoso de esta zona. En 1944 inició sus estudios de medicina en la Universidad de Santo Domingo y se graduó en 1950. Estuvo preso durante los años de la dictadura y fue liberado en parte gracias a una gran presión de la sociedad barahonera. En 1958 fue nombrado director del Hospital Regional del Seguro Social Barahona Ingenio hasta 1965, donde trabajó con distinción como médico general y fue el único que laboraba en el hospital Este. Durante estos años, el Dr. Hazoury desarrolló sus habilidades en rinología clínica y médica. Al comprender a sus compatriotas, comprende mejor a sus pacientes.
Es una persona sensible que ama la música, la literatura, la fotografía y la naturaleza. Es amigo de sus amigos. Tuve la oportunidad de trabajar junto a él durante muchos años, lo conocí y lo amé mucho.
Estas cartas no son, por lo tanto, objetivas en absoluto. Me llamó la atención su actitud hacia los barahoneros o sureños que llegaban al hospital como pacientes o simplemente para darle la bienvenida. Su expresión cambió y parecía un hombre joven, como si recordara los años de su infancia y juventud. En 1955 se casó con una extraordinaria barahona, Doña Mercedes Toral, quien por su currículum merece dedicarle un artículo entero.
Se destacó en el Hospital de Barahona, conoció y entendió lo social. La seguridad funcionó y, tras la muerte de Trujillo, se fue a Madrid, España, a estudiar endocrinología en la Fundación Jiménez Díaz. Este centro médico contaba con la mejor medicina española de aquellos años, y su director era Don Carlos Jiménez Díaz, un gran clínico de imponente personalidad. Jiménez Díaz solía visitar diferentes departamentos del hospital y por supuesto, cuando llegaba nadie se atrevía a hablar con él sin ser invitado. Un día, en el departamento de endocrinología, Jiménez Díaz se puso a leer un poema de Santos Chocano sobre las personas bisexuales y por un momento pareció olvidarlo y se quedó en silencio… nadie se atrevía a decir nada, excepto don Nossim, quien seguía recitando el poema. ante gran sorpresa de todos y esperando respuesta de Don Carlos, quien desde entonces distinguió y apreció mucho al médico oriundo de una pequeña isla del Caribe. Ese era Don Nossim.
Cuando regresó a casa, rápidamente se dio cuenta de los terribles problemas de la diabetes en nuestra población, como ceguera, amputaciones, infecciones que les imposibilitan vivir una vida normal. Aquí decidió fundar un instituto para estos pacientes y publicó un artículo en Listín Diario titulado “Ayudemos a los diabéticos”. Luego, en el segundo piso, se iniciaron las obras del Consejo de Diabetes y del futuro hospital. Estas instalaciones fueron preparadas y limpiadas por el Dr. Hazoury y su familia, su esposa y sus cuatro hijos. Para Don Nossim la familia es fundamental. No hay mayor elogio que decir de cada uno de nosotros: “Es como mi hijo”. Luego te abrazó fuerte y te besó. Sus abrazos fueron motivo de conversación entre sus amigos.
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