Recientemente, sobre todo a raíz de la tragedia de San Cristóbal, la estulticia de una plazoleta propuesta por un programador convertido en funcionario, a raíz del último desastre en el que murieron nueve personas sólo en el túnel 27, otro genio propuso un mural en la pared de la tragedia derrumbada. Propuso.
Entre las lecturas que sigo guardando por la ventaja de ser a la vez pensionista y convaleciente, encontré El tigre azul y otros cuentos, de Eduardo Galeano, que perteneció a mi difunto amigo Narciso González Medina (Narcisaso).
Tenemos la dicha y la desgracia de pertenecer a una parte angustiada del mundo, América Latina, y de vivir en un período histórico de grandes golpes. Las contradicciones de la sociedad de clases son más intensas que en los países ricos.
El precio que pagan los países pobres por permitir que el 6% de la población mundial consuma impunemente la mitad de la riqueza generada por el mundo entero es una enorme miseria. En América Latina, la brecha o abismo entre el bienestar de unos pocos y la miseria de muchos es mucho mayor. Y los métodos represivos necesarios para proteger esa disparidad son aún más brutales.
Estamos en plena campaña electoral, pero sin propuestas dirigidas a resolver las grandes diferencias sociales, todos sabemos que volveremos a estar a merced de legisladores, alcaldes, concejales y poderes administrativos que sólo buscan sus intereses personales y los de su círculo íntimo y algunos correligionarios, pero …….
Pensemos que es Navidad y olvidemos esta amarga capitulación, que no sólo tiene que ver con la salud.
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