es vida. Para el polifacético artista Fernando Bruno, en su faceta de dramaturgo, la vida misma puede tener muchos escenarios, y es así como su obra La Pulpería, conectada con la vida cotidiana, se convierte en teatro popular contemporáneo, en el que la realidad en la que viven los sectores marginados de vive nuestra sociedad. La tienda de comestibles que todos conocemos es un lugar que vende comida y bebida y es un lugar de encuentro para los residentes locales.
El proceso creativo del autor se basa en su entorno y en el momento en que la tienda de abarrotes estuvo a punto de cerrar debido a la deuda contraída, pero como dijo su dueño… ¿A quién le importa? Puede leer: Estudiantes de Bellas Artes son reconocidos como estudiantes de secundaria El elemento de la obra, compuesta por actores y actrices jóvenes, es fundamental, parte de la formación de mi actor de toda la vida, Leonardo Grassals, de la interpretación más realista de la vejez de Pulpería, agobiado ante La posibilidad de los que ha sido mi vida. Ante esta posibilidad, Manuel, el vendedor que ha dedicado la mayor parte de su vida a esta tienda, todavía se niega a aceptar su cierre.
Este personaje es interpretado por el propio autor, en otro aspecto muestra una gran historicidad. Otra empleada es una sobrina. Gabriela Rufino nos sorprendió con su destacada actuación, caracterizada por una dicción elocuente, un canto matizado y un movimiento constante.
La vecina Raisa, un personaje caprichoso, rebosante de su voz cantante, la joven y talentosa actriz Andreina Berroa, -un feliz descubrimiento para nosotros- capturó al personaje y lo encarnó en todos los aspectos del mismo. Es la típica vecina coqueta, explotada y mal pagada. Un personaje, Osvaldo, es un dominicano yorquino que llega, maletín en mano, y se ofrece a salvar la tienda de comestibles.
Sustituyendo sus discursos por frases en inglés, persuade y seduce a su sobrina ofreciéndole viajar en busca de un futuro mejor. Este personaje está interpretado muy acertadamente por el joven y talentoso Henardo Rodríguez. El dinamismo del espectáculo con personajes típicos, complejas técnicas corporales y cambios fonéticos, propios de nuestro discurso, con dosis de humor, acerca la obra a la farsa, género popular, pero en La Pulpería también hay un sustrato social que le da es una dimensión mayor.
La perspectiva realista de Marcos Rodríguez es una imagen vívida de una tienda de comestibles. A la producción contribuyen la partitura musical de Garis Ángele Suero y el diseño de iluminación de Roberto De León; El movimiento constante es una coreografía seductora, el ritmo nunca debilita, dirigida eficazmente por Andreina Jiménez. El final es tan conmovedor, es una página diaria de cualquier periódico, donde aparecen asesinatos…
asesinatos de mujeres, nada nuevo en nuestra vida diaria. Esta obra de Fernando Bruno es patrimonio del arte dramático de nuestro país. Felicitamos a este grupo de artistas que han hecho un buen trabajo para aportar a la escena dominicana.
Asiste a sus próximas presentaciones y ayuda a evitar el cierre de La Pulpería.
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