Los poetas se visten con estilos eróticos, caprichosos, románticos o fantasiosos, vendiendo su poesía al primer o último postor, en un espacio conocido como el Burdel de poesía, en un vibrante distrito de París. En cualquier rincón, bajo luces tenues, se susurran poemas de amor a los oídos de los clientes que previamente quedaron cautivados por un verso. La actividad teatral demuestra que la poesía se adapta a todas partes, el arte tiene muchas posibilidades y se puede combinar con cualquier aspecto del arte.
La creatividad en poesía radica no sólo en la inspiración a la hora de escribir sino también en la forma de expresarse y la forma de conmover a las personas. En este caso, simular un burdel donde la gente seduce con poesía es una forma de enamorar al público de un bar parisino perfecto para la ocasión. El poema fue dramatizado, en ocasiones cantado e incluso bailado, en una performance de la escritora Paloma Hermina.
Ella, al igual que los demás participantes, es autora de varios libros y al igual que otros artistas de todo el mundo, siempre está dispuesta a tener sus poemas bajo el brazo para leerlos en paz, en total privacidad para quien quiera escucharlos. Durante la noche, algunos escritores me cautivaron y me dejé llevar a sus habitaciones, sólo para escuchar su inspiración. Esta actividad marca el final de un taller literario con dos días creativos.
Este burdel poético abrió con cierta regularidad y periodicidad tanto en París como en otras ciudades. Para mí, es un punto de referencia de lo que podemos hacer con el arte para hacerlo más accesible y dinámico, para que llegue y motive a audiencias más amplias.
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