En la sala Ravelo tuvimos la oportunidad de disfrutar de esta interesante producción dirigida por Elvira Taveras y las actuaciones de Yanela Hernández y Xiomara Rodríguez, en la obra de Raúl Méndez. Lo que resulta más intrigante y al mismo tiempo más confuso es la palabra ateísmo en el título; La autora cuestiona explícitamente los estereotipos, especialmente los atribuidos a las mujeres desde tiempos inmemoriales. La buena escritura utiliza juegos de palabras, ironía, dobles significados y mecánicas reveladas a través del humor.
La trama nos presenta la vida de dos mujeres, queridas amigas, cuyas vidas han tomado caminos diferentes, con visiones contrastantes sobre la vida, el sexo y el matrimonio. Esto las separó, pero la amistad aún prevaleció, acudiendo el uno al otro en busca de ayuda. .
Julia es una esposa sumisa, conservadora y amiga de las convenciones que ha estado casada durante 30 años sin ningún conocimiento de su sexualidad. Marisó es una gran paradoja. Es una monja liberal, rompe moldes, que lucha por el amor y la libertad más allá de todos los convencionalismos.
Julia viene a verla, su matrimonio está en crisis, su marido le ha pedido el divorcio, algo que ella no puede aceptar. Puedes leer: Romeo Santos y Aventura se volverán a enfrentar en las Finales del Tour 2024 La directora Elvira Taveras encontró la música teatral más adecuada para la producción, una pieza verdaderamente teatral y especial, y eligió a dos actrices Yanela Hernández y Xiomara Rodríguez y realmente lo logró. Uno de los mecanismos utilizados por el director es romper constantemente la cuarta pared sin perder la autenticidad de la novela, logrando con ello una correlación con la respuesta decisiva y armoniosa del público.
Yanela Herández es Julia, quien cruza la puerta de la sala y atraviesa el público, deteniéndose para hacer preguntas al público, luego en el escenario se lanza a monólogos melancólicos. Marisó -Xiomara Rodríguez- aparece de la misma forma hasta conocer a Julia. La interacción de ambos crea diálogos hábiles, llenos de picardía y humor con expresiones locales, mostrándonos la personalidad de cada uno y el abismo que los separa en cuanto a actitudes y percepciones de la vida, de la sociedad y en definitiva de qué se trata la hermandad.
unirlos. Yanela Hernández, en una de sus interpretaciones más exitosas, pasa del humor insultante que provoca risas o sonrisas en el público, a momentos dramáticos en los que evoca situaciones de la vida real, presentando la imagen perfecta de la asustada e ignorante Julia. Xiomara Rodríguez es una excelente actriz cómica o comediante, con un sinfín de expresiones físicas y faciales, y sin hábitos, encarna a la monja que cuestiona los dogmas.
Es creyente, pero librepensadora, si cabe, defensora de la mujer. y su libertad. El trabajo es incesante, Elvira Taveras le da un ritmo constante a la acción, hay pequeños clímax, la interacción con el público es una constante que ella aporta.
El final es conmovedor, la amistad prevalece, Julia, con la ayuda de Marisó, se descubre a sí misma, su vida toma una nueva perspectiva, las actrices alcanzan un momento de excelencia. El espacio escénico minimalista creado por Jesús Zapata, solo una banca y la proyección de una imagen nos ubica en el Parque Duarte de nuestra ciudad colonial, dándole a la obra una atmósfera local, pero la historia no tiene fronteras. El público que llenó la sala, en su mayoría mujeres, pudo disfrutar de una obra a la vez entretenida y contemplativa, expresaron con entusiastas aplausos y para su inmensa sorpresa, el autor de la obra estuvo presente y recibió merecidos elogios.
reconocimiento. Si quieres disfrutar del buen teatro, ven a las próximas funciones de Ateas, hijo de Las Vaginas.
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