Nadie imaginó que el locutor Tommy Melo se convertiría años después en un disck-jockey alborotado y estrambótico autollamado Tommy and Melo. En la icónica emisora musical capitalina Radio-Radio, donde laboraba, la bulla y las extravagancias estaban prohibidas, y él jamás dio señales de salirse de ese molde. Ante cualquier desliz, en cabina estaba el exclusivo teléfono rojo, el del terror, que sonaba inmediatamente. Años ochenta del siglo XX.
La emisora, que transmitía en los 1,300 Khz de la AM, estaba bien posicionada, pese a la dura competencia de las poderosas de la banda media, Radio Mil, Radio Comercial y Radio Popular. Bajo mi conducción, el programa El Mundo de la Infancia había ganado el principal premio de la época, El Dorado, y a ello se sumó el Micrófono de Oro. El Sábado Viejo se oía en cada rincón de la capital. Recuerdos del Club del Clan (Nueva Ola) no era menos.
Cuando se habla de programas de opinión, donde los televidentes y oyentes pueden llamar para expresar su parecer hay que hablar de Teleradio América, una empresa propiedad de Luis García, quien tuvo la visión de adquirir en 1996 HIZ, una de las emisoras más viejas del país.
Posteriormente adquirió Radio Wao, a la que convierte en Neón 89.3 FM y La Brava, que transforma en Estudio 88.5 FM. Asimismo, Radio Radio en los 1300 AM es convertida en La Dos de HIZ y luego adquiriría la frecuencia del canal 45, hoy Teleradioamérica Digital.